Cuenta una leyenda que se escucha por la caldera de Tejeda, que los árboles eran de troncos y flores negras.
Daba tanta pena, que cuando miraban a la cumbre nevada, anhelaban su blancura.
Un día, llenaron zurrones y los bajaron a escondida de Magek , para que no la convirtiera en agua.
La pusieron al pie de los almendreros y sus flores se volvieron rosas y blancas.
Sus pétalos al caer a la tierra, para dejar paso a la almendra, simulan copos de nieve, recordando de donde procede.
Un pequeño cuento, que no ha pasado, pero a lo mejor si, quien sabe.
Javier Marrero 24.02.2023
El almendrero se introdujo en Canarias con los colonizadores europeos.
Es cultivado como cualquier frutal. Su baja exigencia hídrica es ideal para recuperar parcelas agrícolas que se abandonaron.
El antiguo ICONA (Instituto para la Conservación de la Naturaleza) repobló la isla, y según me contaron cuando las repoblaciones por los sesenta, incluso con avionetas lanzando sacos de almendras. De ahí una hipótesis de que algunos estén en zonas de muy difícil acceso.
Del almendrero se usan sus frutos para la gastronomía, para todo tipo de platos y especialmente en repostería.
Para extraer aceite, que entre otros usos tiene el de medicinal.
Su madera es buena para realizar utensilios y su leña es de primera calidad, así como las cáscaras de las almendras.
Cuando su auge, se exportaban cientos de toneladas de almendras de la isla a Reino Unido, Francia y Alemania, mientras que ahora toda la producción se destina únicamente al consumo local.
Si volvieramos a trabajar los almendreros, habría trabajo para sembradoras, podadoras, varilleros, recolectores, artesanos de la madera,carboneros y todos los oficios de aceiteros, repostería, y otros de leche de almendra, cremas, cosmética.
Al almendrero le debemos el ver en pleno invierno las cumbres y barrancos de nuestra isla los coloridos de sus bellas flores, que como algún poeta dijo: “la nieve que cubre las laderas de una tierra en que siempre es primavera…”
Javier Marrero