La descamisada duró hasta las tantas…


La descamisada duró hasta las tantas y hubo tiempo pa’ trabajá y también pa’ pasar un buen rato con la vecindad.

Se mandaron unos chochos, lapas y burgaos en vinagre, algún pisco ron, anís y unos cafenes.

Este día, Perico llegó más luego con una caja duraznos, que junto al millo dejó un buen olor en el cuarto.

En la calle se oía el furrunguear de una guitarra y un timple y le estaba entrando un desagallo por salir, que Pimpa que estaba enfrente, enseguía lo golió y le mandó un caroso en toda la chopa.

Perico la miró con ojitos de baifo esperando teta pa beletén, pero no podía disimular que estaba dessarratao por salir a parrandiar.

Yo me voy a tener que dir y se alevantó y puso rumbo a la calle, con tan mala fortuna que al pasar junto a Pimpa le pisó el ñame izquierdo.

Iba todo desbambarriao, se trabucó pa babor y se fue a escorar pa’ estribor y al final se pegó tal partigazo, que se hizo una cojena como el huevo frito del triunfo del envite.

Cuando Pimpa lo vio caer se le desconchabó el pomo, pero al verlo alevantarse, se puso de bruces y lo mandó a freír chuchangas.

Perico…periquín…Abre el ojo y desparrama la vista…

Si ya vas así de mamao, a ver si vas a volver sin tino….

Señora…borracho fino no pierde el tino.

Y salió cantando…esta noche no alumbra la farola del mar…esta noche no alumbra porque no tiene gasssss….

Javier Marrero

Cuelga ya que llevas fleje…y rejunde que es pa’hoy.


¡Cuelga ya que llevas fleje…y rejunde que es pa’hoy!

Sshhh…quieta las vacas jai, que el siguiente soy yo, no ha dicho nada y no mestén calentando.

¡Bájenme el labio y haber venido antes!
Decía Pimpa, con un urrido que se escuchó hasta lasera de enfrente y más de uno se puso firme.

Pimpa aprovechó que tenía que ir al estanco a buscar los chocos que le guardaban en el congelador de los helados, junto al pollo de Frasquita, un cuarto cabra de Gerardo, un par de kilos de cherne de Juanillo, dos cajas de botellines y una de biberones; para llamar a su cuñada, que vivía pa Las Tirajanas y solo se veían en las grandes celebraciones, cuando había que ir a Almacenes Cuadrado, al Bazar New York, pa una enfermedad, los velatorios o los sepelios.

Y alegantiniando, el toque se d’iba en el tiempo.

Mira…te tengo que dejar, ya te llamo pal otro día, que está Perico en la cola y aquí hay un gentío.

Mi beletén, no te arrejundas que el siguiente soy yo y no hay prisa nenguna.

Y es que Perico que estaba enchochao, lejos de desanimarse seguía raspando, aunque se lo ponía difícil el sabía que se trataba de esperar a que la marea estuviera buena.

Mira Perico, no me estés jeringando que no está el día pa arrumacos y vete pal coño los infiernos.

Ños Pimpa.

  1. Vicente, cóbreme los pasos que me tengo que dir, que hoy no doy avío.

A Pimpa le gusta la morena churruscadita.

A Pimpa le gusta la morena churruscadita.

Tenía un tambor que le venía en herencia desde su bisabuela y lo seguía metiendo en la marea baja, por el pesquero, entre los charcos.

También moreniaba utilizando una caña hueca, a la que le había pasado una verguilla que terminaba en un lazo. Usaba buena carnada de pulpo y entonaba el cántico para engoarla y atraerla.

Daba unos silbios ritmiaos en el canto, que desde lejos ya la gente sabía que la Pimpa estaba moreniando.

A Perico le gustaba el trulenque y ahora que tenía nuevos conocíos, si cabía más en toavía, más le gustaba la rumantela.

Era martes de carnaval y con un traje de soltera de la madre, unos chusos de tacón y una peluca, se botó a la calle pa dir a la sociedad.

Por simba llevaba un saco papa abierto a modo de capucha y sorteaba las calles concurridas no fuera que el municipal o la policía armada, le parara y le aplicara la ley de vagos y maleantes.

Cuando Pimpa regresaba, cogió por el callejón de las chapas y vio delante de ella, una señora que andaba ligerita pero mal amañá con los tacones.

Esos andares y ese culo chico pa mi que son de Perico y empezó: Chacha,shhhh,oye chacha, la de los tacones????

Y Perico más se embalaba patinando por los adoquines, apunto de torcerse los tobillos o partirse las canillas.

¿Perico eres tú?

Y Perico simulando la voz y poniéndola fina le contesta: Yo? Por cuanto, usted se confunde señorita…

Perico, Perico, que pa mi, que eres tú, mira que como estés de mascarita y a mí no me haigas dicho nada va a haber mojo con morena.

Señorita que le ha dicho que yo no soy y tengo prisa, así que hágame el favor… y ya veo que lleva la morena, échele mojo y que sea lo que el carnaval quiera.

Javier Marrero

Perico anduvo con los ñoños al aire…


Perico anduvo con los ñoños al aire muy ligerito por el jable, pero al llegar al callao se jincó las calamares.

La marea acababa de bajar, los teniques patinaban y no estaba dispuesto a darse otro partigazo, que la última vez tuvo pa varios meses descuajeringao, embarrao cual carne de cochino pa freí con ungüento del bigotúo sloan y en manos de esteleros.

Ahora que hacía buena marea cogió un puño lapas, jacas pa’l engodo y unas jaquillas para ver si le picaban algunas viejas.

Una ola lo trincó desprevenío y lo jincó pal agua. Se ensopó too y enchumbao fue pal chozo pa escurrir la ropa , tenderla y con la esperanza de que la solaja ya hubiera secado la que estaba en la liña.

Estaba seca y se salvó, en vez de escurrirla, la puso en la pileta en remojo para despercudirla.

Se ajeitó los calzones y se fue pal cafetín que ya caía la tarde y le esperaban para el envite.

A lo lejos Pimpa estaba desde las arenas abanandole, … abanandole y el no la conocía, porque le cegaba el sol, se calsó el cachorro hasta las cejas y por si no fuera con el, miró pal piso, dio media vuelta y traspuso.

Pimpa se afrentó …¡fuerte falta de fundamento!, ya verá el farfullero este cuando vuelva meloso, se va a jincá un tuno.

En el cafetín empataron una partida con otra, ron va, ron viene y cuando se dieron cuenta ya era la madrugá, subía la marea y había que dir a pescar.

Javier Marrero

Pimpa fue a La Droguería


La noche no había sido muy tranquila porque el cielo se encendió y tremendo estruendo se oyó, venía desde Las Coloradas.

Las calles de la suidad se llenaron de gente en zagalejos, calzoncillos de patas y batilongos acolchados. Se alevantaron de los catres a todo meter por si había que salir a escape.

Era a la prima y nadie entendía aquel estruendo, porque voladores no eran, porque no era fiesta de santos ni llegada de mandos.

Pimpa aprovechó para colar el café en medio del barullo, asiarse y componerse para hacer las tareas y mandaos de la mañana.

Ese día tenía que ir a La Droguería de Migué el palmero, le hacía falta tierra sol, estropajo de esparto, trabas, unas alcayatas y quería comprar liñas para cambiar las de la sotea que le dejaban manchas rumbientas a las prendas.

Antes de los estruendos, se escuchaba por las calles una guitarra, un timple y la raspaera de una botella de anís, que acompañaban a las voces de Paquito, Gerardo, Feluco y Perico, que cantaban entre otras aquello de: “Lo dudo, lo dudo, lo dudo… que jayes un amor más puro como er que tieeesss en mí…” Ellos decían que estaban de serenata pa cantarle a las muchachas bonitas y todo el mundo sabía que era una majadería de templaos desafinaos.

Perico al pasar por lasera la calle de Pimpa se gargareó la voz y mientras el resto le hacía el compañamiento con murmullos…el se afanaba todo y se embalaba con un tanganillo : “Que por ti muero clavellina encarnada,
rosa y capullo,
no le digas a nadie
que yo soy tuyo.”

Y de la ventana salía un balde agua al grito de vete a dormirla machango.

Perico se echó el pelo patrás como si fuera engominao, se enfiló al cafetín para coger tino, que ese día tenía que dir pa la droguería por cincuenta metros de verguilla galvanizada para reparar las nasas.

Y estando Pimpa terminando el mandao y diciéndole a Migué que se lo apuntara, coincidió que entraba Perico y dice Pimpa: “ay coño que se me olvidaba déjeme también un bote flis que está el barrio lleno de abejones”.

¿Pa dónde vas que vamos jaser café?


¿Pa’ dónde vas, que vamos jaser café?

Le decía Fefina a Pimpa.

Pimpa era como conocían desde la escuela a Carmensa. Le decían así porque era pequeñita como la bolita del boliche.

No se diga más comadre, eche ese buchito y alegantiniamos un rato.

Oye, te enteraste de Julio el de Arenales, que se murió y lo enterraron en el cherches del barrio de San José. ¿Y eso? Decían que se habían casado pal extranjero pero era concubino de Charlotta la sueca, a la que conoció en la Saxo, y el cura dijo que nanai, que pa las plataneras no lo llevaban y que si querían que lo botaran pal patio de los cangrejos.

Esú ¿Pero no predican que Dios acoge a todos en su seno y que ya decidirá en el juicio final quiénes se quedan en la gloria y quienes bajan a los infiesnos?

Y que no me jalen de la lengua que están bonitos ellos y los sacristanes…Dios me perdone, pero…

Mira me tengo que dir que voy comprar media peseta de agua Lavanda Puig, pero te tengo que contar del parejero de Perico que no se yo quien le ha dado esa confianza.

Ay cuenta Pimpa, no me dejes así. Que no pue sé que tengo que salir a escape, que me cierra el estanco y tengo que también cambiar el Corin Tellado.

¿Llevas el fuchifuchi? Si no yo te empresto uno, que el otro día fui a comprar un transistor a los indios y como era la primera en entrar me regalaron uno y tan lindo que es.

Como eres… ahora me dejas reconcomiendome toa…

Javier Marrero

Marino de la Gran Canaria Coaling Company


Marcialito el hijo de Lala y Chano fue a visitar a Juana Jerez la chasnosa, que era partera y santiguadora, pa que le echara un santiguado y le quitara los genebuques de los enredos que arma el demontre.

Maleficios que según decía le había tocado porque el demonio no descansa y apenas se mojaba las bembas con un pisco ron, le salían los Tibicenas de las entrañas.

Era marino de la Grand Canaria Coaling Company y quería ir sanado, por lo largo de la travesía y que nunca se sabe lo que depara el destino por los mares.

Salían al atardecer desde el muelle grande, para atracar en el muelle Canarias
del puerto de Londres, en la tierra de los chonis y los guanijais y que ellos le dicen el Canary Wharf.

Pero hacían escala pa coger carbón para la caldera y algún bidón de aguadulce en la pinisula, en el puerto de Cái.

Llevaban un cargamento de azúcar, cochinilla, tomates, plátanos, almendras, batatas y malvasía.

Cuando llegaron a Cái y atracaron por estribó, Macialito no se creía que iba a poner las patas en tierra para que se le parara el meneo guineoso que traía por todo la natonomía, que hasta los ñoños iba cada uno pa un lado.

Según llegó se apalancó en la taberna pidió un ron y una baraja y casi lo estampan contra la puerta de metal y es que en Cádiz se juega a las cartas y la baraja es pa cerrar el establecimiento.

Le hacía falta unos botones y un carrete hilo canelo y el pimpi le dijo que él lo acercaba a un refino que estaba cerca y Marcialito desconfiao, pero no quedaba otra.

Cuando llegó allí se le quedó la boca como cuando se quería despegar la colilla del Virginio y con el rostro revirado como una panchona.

Se veía clarito que era una Mercería y le llaman Refino, como el refino o el finolis del patrón del puerto la Luz que quería ser inglés en español y decía aquello de : ¿Pero vosotros que sabréis? Y le contestaban: ¿Acuaslo dice?
Javier Marrero

El almendrero


Cuenta una leyenda que se escucha por la caldera de Tejeda, que los árboles eran de troncos y flores negras.

Daba tanta pena, que cuando miraban a la cumbre nevada, anhelaban su blancura.

Un día, llenaron zurrones y los bajaron a escondida de Magek , para que no la convirtiera en agua.

La pusieron al pie de los almendreros y sus flores se volvieron rosas y blancas.

Sus pétalos al caer a la tierra, para dejar paso a la almendra, simulan copos de nieve, recordando de donde procede.

Un pequeño cuento, que no ha pasado, pero a lo mejor si, quien sabe.

Javier Marrero 24.02.2023

El almendrero se introdujo en Canarias con los colonizadores europeos.

Es cultivado como cualquier frutal. Su baja exigencia hídrica es ideal para recuperar parcelas agrícolas que se abandonaron.

El antiguo ICONA (Instituto para la Conservación de la Naturaleza) repobló la isla, y según me contaron cuando las repoblaciones por los sesenta, incluso con avionetas lanzando sacos de almendras. De ahí una hipótesis de que algunos estén en zonas de muy difícil acceso.

Del almendrero se usan sus frutos para la gastronomía, para todo tipo de platos y especialmente en repostería.

Para extraer aceite, que entre otros usos tiene el de medicinal.

Su madera es buena para realizar utensilios y su leña es de primera calidad, así como las cáscaras de las almendras.

Cuando su auge, se exportaban cientos de toneladas de almendras de la isla a Reino Unido, Francia y Alemania, mientras que ahora toda la producción se destina únicamente al consumo local.

Si volvieramos a trabajar los almendreros, habría trabajo para sembradoras, podadoras, varilleros, recolectores, artesanos de la madera,carboneros y todos los oficios de aceiteros, repostería, y otros de leche de almendra, cremas, cosmética.

Al almendrero le debemos el ver en pleno invierno las cumbres y barrancos de nuestra isla los coloridos de sus bellas flores, que como algún poeta dijo: “la nieve que cubre las laderas de una tierra en que siempre es primavera…”

Javier Marrero

El Paterna y judía, papa y fideos.


La zapatería era un cuchitril junto al portón, que olía a fos, por lo descuidado y por la mistura de engrudo, cuero, goma de coche, grasa de caballo y óxido de tachas, que se suavizaba un pisco con el del betún.

Chago el Paterna le mandaba a todo pero de oficio era zapatero remendón.

Judía,papa y fideos vivía sobre la zapatería y era la contra de Chago, trabajaba de jefe de maleteros en el aeropuerto y cuando se rozaban saltaban chispas y algún toletiazo o rebencazo.

Lo de Paterna es porque comenzó trabajando en la finca donde vivía con su familia en la cuartería por los Tarahales.

Y a García que en el barrio le decían el pinisulá, menos el Paterna que le llamaba “godomielda”, le pusieron judía, papa y fideos, porque era cocúo, el torso enguirrao y las patas y brazos como tollos.

Además el hombre estaba chuchurrío y siempre tenía tremenda trancaera, que él se lo achacaba a la maresía, al siroco o al viento sur y no a los Ducados.

Chago se echaba pa amanecé una ginebra asustá, porque tenía el pomo esconchabao, que la revolvía con la misma cucharilla del buchito de café, la “midisina” le llamaba.

A media mañana se jincaba un guanijay o dos, si se encontraba con flojetú, pero le daba “acidé” y entonces, antes de almorzar se tomaba un cartablanca, porque decía que un fuego mata otro fuego.

García a la mañana se echaba un sol y sombra, algunas veces pedía solo el coñác o el anís pero entonces lo quería doble.

Y pa media mañana se echaba unos botellines que los pedía por quintos y si el día estaba amulao se tomaba un ponche caballero o un tinto.

Tanto uno como otro eran de echar una cabezadita después de comer y los dos tenían mal despertar y como por lapsus del demonio se cruzaran, empezaban los improperios que le daban para rato. Y muchas veces si no se encontraban, se buscaban.

Chago le decía…arretranco, pollaboba, verija, cachanchán, guanajo….y García le respondía: alfeñique, ganapán, gilipuertas, gorrino y terminaba con: te voy a dar hostias como panes, malparido.

Eso si, los días que se subían de tono e iban bien templaos terminaban a trompazos, aunque la mayoría de las piñas iban al aire y las que acertaban eran flonfis, por aquello de que la bebía nubla la vista y mas de una vez, por esa atracción que tiene el exceso de copas con el centro de gravedad, se daban tal leñazo que terminaban en la Casa de Socorro y salían de allí repitiendo aquello de “mas nunca”.

Eso si tenían nuestros hombres, que cuando eran invitados pa un asadero, ronda o tenderete, iban como hermanos…”mi vecino el pininsular y mi amigo el zapatero” y si hacía falta una junta pa echar un techo, levantar un muro o lo que necesitara la vecindad, ahí estaban como marisco y lapa.

Javier Marrero

Pepito “er criminá” era más bueno que el pan de puño…


Pepito “er criminá” era más bueno que el pan de puño y lo de criminá se lo pusieron porque al pan bizcochao le mandaba un taponazo contra el mostrador que lo dejaba hecho siscos y con la otra mano te botaba un puñao manises tostaos con cáscaras.

Tenía una ventita que hacía esquina y por una de las puertas se entraba a la tienda y al virar, al cafetín.

La puerta del cafetín la tenía entreabierta con un ganchillo. Cuando alguien se despistaba de ponerlo, se oía al unísono…”ER GANCHILLO”.

En la esquina tenía un pequeño baño, que era un agujero en el suelo de cemento lavao, con una puerta tipo cantina del oeste, que dejaba ver el totiso y de las pantorrillas hasta donde te dan pa’ caer de cango.

Cuando se entraba era importante saludar, pero Nino siempre socarrón…”Buenos días pa’ todos menos pa’ uno”.

Se respondía diligentemente: qué pasoooó jioputa…O con: ¡Vamos!
Y oiga, qué pasó jioputa…es cariñoso y el vamos suele ser menos amoroso.

Por la apertura salía un jumerío de picadura Tamadaba con tabaco negro que tenía el dintel tisnao.

Pepito tenía el suelo del cafetín lleno de serrín humedecío con agua y zotal para barrer las cáscaras,las colillas y que absorbiera los líquidos que caían.

En la carpintería de Miguel dejaba a deber los baldes de serrín , que cumplidor lo pagaba a principio de mes, miraba bien para que en el fondo no le mezclara garepilla y se la cobrara al peso.

Barría con una escoba de mango de pírgano de palmera y para arrastrar, un manojo de las hojas secas atadas. De recogedor tenía media lata de pimentón de las de a granel con un asa.

De buenas a primera se oía un grito desde la tienda que decía…ay Antonio tas bonito, …no te vaigas a entrompar…

Usté se calla, entrometía, que solo le gusta alegantiniá.

Entrometía yo, josicuo???…tate callao … no seas porfiado, que si me buscas me encuentras, pendejúo.