Julio es un buen hombre con Esperanza
Julio es un buen hombre con Esperanza. Con su bicicleta recorría la capital haciendo mandados, después de que la fortuna le traicionara y dejara atrás familia y se viera en la calle.Se convirtió en un manitas, en un «indiana jones» en un «macgyver». El hambre es muy puñetera y a los tres días de estar en la calle, te terminas convirtiendo en calle. Pero el, siempre sonriente y con gran respeto afrontaba lo que en estos momentos le tocaba lidiar. Es de esas personas que cuando te mira y te habla, te llena el alma, te hacen sentir vivo.
En el parque San Telmo, en la capital, se concentraba el 15M. La acampada contaba con los servicios de enfermería, de cocina, de limpieza, de talleres y de información. Julio en sus «dires y venires» por León y Castillo, Venegas y Bravo Murillo se tropezó con una de las asambleas. Le gustó lo que escuchaba, también tenía hambre, y se sentía uno más. Las personas que vivían en la calle y que carecían de recursos, se acercaban al 15M, en busca de caridad. Lo mas alejado de la filosofía de tal encuentro. Julio no, se ofreció a participar y a buscar recursos. Conoció a Ruiman, un joven anarquista, comprometido y de gran humanidad, que le planteó abandonar la calle y buscar algún hogar, un techo, resolver el problema habitacional, para luego conseguir otras metas. Julio no dudó, ocuparon una casa en Telde, vieja destartalada, totalmente abandonada, que tras grandes esfuerzos de Julio por hacerla habitable, vinieron a reclamarla y se vio de nuevo en la puta calle. Surgió entonces un edificio por Guía en Gran Canaria, que se encontraba casi terminado y que no iba a tener salida como vivienda por quiebra de la empresa. Tras unas gestiones con la endeuda empresa , se ocuparon, sin violencia, llave en mano y con luz de obra, las 77 viviendas.
Julio se construyó su encimera, como buen ebanista y carpintero que es. Guille y otros vecinos le ayudaron con la pintura, tiene un hogar. Se trajo a su hermano enfermo y a una amiga que también sufrió la puta calle. Tienen techo, luchan día a día por vivir, lo mas feliz que se puede, en comunidad. Julio pasea por el pueblo, habla con sus vecinos y ve muchas casa vacías, abandonadas. Un día, como si se volviera a despertar la desgracia, un policía a las ordenes de un alcalde desalmado, le dice que abandone la vivienda en la que lleva dos años empadronado. Su hogar, el pide pagar un alquiler social, un contador para la luz, uno para el agua corriente, que ahora tienen que traer en cuba y lo pide para el y para los doscientos vecinos en donde 120 son menores de edad. La Comunidad Esperanza no se puede desalojar. La Esperanza lucha, dignidad. La Esperanza es familia, barrio, pueblo, humanidad. 200 vidas, futuro, orgullo, vamos ESPERANZA….
Venga la esperanza, venga sola a mí
lárguese la escarcha, vuele el colibrí
hínchese la vela, ruja el motor
que sin esperanza ¿dónde va el amor?
Silvio Rodriguez.