Vino una prima conejera…


Vino una prima conejera y Pimpa fue a recibirla al muelle.

El correillo fondeó en la bahía y a Valeria la subieron a una falúa.

Pimpa se acercó a la rampa de atraque y al verla venir se enraló, ajeitó los brazos como sarandeando mientras cantaba: “campesina, campesinaaaaa…no te quites la sombreraaaa, porque el sol de Lanzaroteeee pone tu caraaaa moreeeena…

Y hasta aquí llegó porque con la salitre y la seba, esbaló y dió con las sentaderas en el piso. Fue diendo por los suelos mientras intentaba frenar, buscando donde trincarse con los dátiles y preocupada en no darse en el coco.

Iba escaranchada como una jarea y no se daba cuenta que la falda y la saya se iba quedando atrás y ese día como era dir y venir no llevaba faja.

Su prima Valeria al ver el panorama le gritó: Pimpa tranca las patas que se te ve la cantalia.

Pimpa se echó manos a la berija y llegó embalada a la marea. Perico y el guachiman del puerto la ayudaron a salir, toda enchumbada y más colorada que un tuno indio.

Javier Marrero