
A Pimpa la Semana Santa le sacaba de juicio. Lo único que le gustaba era la procesión de La Burrita, porque se ponía la mantilla blanca que heredó de su bisabuela, los zapatos los domingos y llevaba los sobrinos al parque San Telmo, con los palmitos que les había hecho Gerardo el sacristán.
Aunque luego tenía que bregar con los jodíos chinijos pa que dejaran de espadachinar…”soy el capitán trueno…y yo el Zorro y no me rendiré”… gritaban mientras se daban tolietazos. ¡Dejen eso demontres!…que tan bendeciós y el señor les va a castigar.
A Perico la Semana Santa le daba lo mesmo porque aunque el cafetín cerraba al pasar la procesión y el viernes santo estaba trancada la puerta principal, se podía entrar por la puerta del callejón y tenía todo el día, sin que le molestaran pa’ un dominó, un envite o un subastado .
Antonio el de la tienda, lo dejaba abierto pa’ una “emergencia”, una necesidad, …que si una batata, que si un pisco cherne más porque vino Frasquita con su familia pa’l sancocho, sin avisá, ella dice que fue una confusión, porque ella lo dijo en de cuando y trae hasta una pella gofio con plátanos de Lariaga y una cebolla encarnada de Galdar.
Eludía así,Antonio, la orden de que el viernes santo todo tenía que estar trancado porque estaba muerto el Señó.
Como quiera, que envío va, acepto, chico fuera…y eche una última barajada…se diba el tiempo en un santiamén sin darse ni de cuenta.
Cuando Perico miró pa’l reloj la pared…. exclamó ¡Yass coño!…écheme el último cartadioro que no llegó pa’l sancocho y antonses sí que tenemos Viernes Santo con la calentura que se atrinca la Pimpa.
Y en vez de tres cruces van a ser cuatro y no vamos a caber en el monte del Mastro Gólgota, que se lo tenía arrendado a los romanos pa esos menesteres y hasta se va a joder la canción de …están clavadas tres cruces…. Y va a sé están clavadas cuatro y en una Perico por llegar tarde al sancocho de Semana Santa.
¡Fuerte guineo, ditoseadió!
Javier Marrero
Dice Pimpa que este cuento se los debía por el retraso de aquella vez.