Hubo un tiempo que hacer un rosario era ir de bar en bar, abriéndolos y cerrándolos.
No había móviles y oiga, siempre nos encontrábamos…
“Nos vemos en los bares era la frase más escuchada, después de la arenga de uno de los de la Peña que gritaba: ¡Himno!
Comenzábamos según por donde nos encontráramos con aquello de:
“(…) Él vino en un barco, de nombre extranjero.
Lo encontré en el puerto un anochecer,
cuando el blanco faro sobre los veleros
su beso de plata dejaba caer.
Era hermoso y rubio como la cerveza,
el pecho tatuado con un corazón,
en su voz amarga, había la tristeza
doliente y cansada del acordeón…
Si estábamos por Guía, la letra del ¡Himno! decía:
“…Si tú me dices ven
me arrojo todo
que no se me haga tarde
y me encuentre en la calle
sin Rumbo y sin Coronas…
si tú me dices ven ….
si tu me dices ven…
juyo pal Papona…”
Y casi siempre acaba con aquello de:
Soy el hombre más bandío
de los palmares canarios…
sal Luna con tus rayos
y alúmbrame el camino
que no sé dónde me jayo…
Ya va manecé
ya manecé
y ya maneció
qué bonitas noches
qué bonitas noches
que me paso yo…
dando serenatas
dando serenatas
y bebiendo ron….
óigame chriiistiano
jínqueme otro ron…
Jodío borracho majadero…jjjjj…y Rianga!!!
Javier Marrero