Durante una época vestimos pulovers o suéter de ganchillo y de punto, hasta algún pantalón hubo y por supuesto bufandas, gorros, medias, calcetines, calzoncillos, bragas y sostenes.
Unos se hacían con la dos agujas y los otros con un ganchillo, de ahí el nombre, aunque hay quien lo conoce como crochet, que es lo mismo pero en francés.
También se vistieron con estas prendas a tipo de tapete, paño, funda, mantel o manta; los sillones, butacas, los aparatos de televisión, el tocadisco, la radio, la mesita, el techo la nevera, la encimera, todas las estanterías, la mesilla de noche y por supuesto la cama, revestida con una enorme y pesada colcha de ganchillo.
Fueron muchas telenovelas y series las que acompañaron en esta labor artesanal y de gran arte, pero quizás Falcon Crest, en donde la malvada Ángela Channing hacía y deshacía a su antojo, fue una de las que mas dio para acabar con madejas de hilo y ovillos de lana allá por los años ochenta.
También sirvió como encuentro social, juntarse para hacer ganchillo y de paso charlar o escuchar las radionovelas.
Algunas veces al terminar el capítulo había que desahacer la labor, porque algún punto se había saltado y otra cosa no, pero desde lejos se notaba y las visitas después de aquello de “que bonito”, saltaban con lo de, “ahí se te saltó un punto”.
Al principio daba rabia deshacerlo, ya luego entraba en el conjunto de la práctica.
También a veces se deshacía, porque la combinación de colores que habías pensado, una vez vista no te gustaba.
La cadeneta es la base de cualquier trabajo de ganchillo, aunque existen técnicas que prescinden de ella, pero cuando tu madre te sentaba al lado y te iba enseñando, te «jartabas» de hacer cadenetas.
-¿Má cuando voy a poder hacerme la bufanda?
-Cuando el punto te salga bien, que unos los aprietas mucho y otros los dejas flojos y tienen que estar parejos.
Según el grosor del hilo, lana o tirijala de tela, se seleccionaba el calibre del ganchillo a usar.
Cuando tenías las piezas, había que rematar los hilos que colgaban con una aguja para coser lana o bordar, que tiene un ojo especialmente ancho y largo. Con la misma aguja unías la labor hasta crear tu prenda.
Con esta técnica y con tiras de trapos también se hacían traperas sin necesidad de telar. Y con hilo carreto o cuerda sisal, podías hacer alfombras, guantes para restregarte en la ducha y hasta suela para alpargatas.
Todo los materiales los adquirías en la Mercería del barrio, si necesitabas algún color especial de ovillo de hilo o madeja de lana, lo podías encargar y en unas semanas lo tenías. También podías conseguir revistas con técnicas, modelos y patrones, muchas no estaban en español, venían en otros idiomas.
Estas revistas también la podías localizar en el Estanco que a parte de poderla comprar, la podías alquilar por días o semanas.