Entrando por la puerta de atrás.
La inmigración procedente de los países del continente africano que son saqueados, y que a día de hoy no cuenta con recursos para el desarrollo de su sociedad, llega como destino a las Islas Canarias, no porque sea su fin, sino porque es la única forma que encuentra para acceder a la Europa de la opulencia.
Europa de la opulencia, de la que desconocen que solo lo es para unos cuantos ricos mientras que el resto vive en condiciones precarias o empobrecido, llegando en algunos lugares a niveles de pobreza que solo se daban en lo que llamamos el tercer mundo.
Esta información llega a sus mentes a través de los satélites y las fibras ópticas, por sus móviles y televisores.
Esta misma Europa ha cerrado sus fronteras a las personas, blindando otras formas de entrada por tierra y por mar. Sin embargo, por avión está aceptada la inmigración, con sus restricciones, según de donde proceda y, sobre todo, por el dinero que tenga.
El no regularizar la situación de quienes quieren, o se ven obligados a ejercer su derecho a la emigración porque no le queda otra alternativa, crea una bolsa de personas vulnerables de fácil manipulación y explotación.
Algunas en modo de esclavitud, en lugares de alternes, prostitución, drogadicción y hasta en servicios del sector de la hostelería y el mundo rural.
Todas han sido obligadas a entrar por la “Puerta de atrás” y en una de las rutas más mortales del mundo, la Ruta de Canarias en el Océano Atlántico.
El territorio limitado de las islas y los pocos recursos destinados a una tarea tan humana y característica de los habitantes de esta tierra, que es la hospitalidad, hacen insostenible la buena acogida de la que es orgullosa seña de identidad de este territorio a lo largo de toda la historia, siendo punto de encuentro e intercambio entre África, América y Europa, principalmente.
El buen clima del que gozan las islas, ahorra en gastos de abrigo, calefacción o refrigeración, que en otras comunidades o en otros territorios europeos, sería desorbitado.
Todo esto, unido al negocio de determinadas organizaciones, que ven una entrada fácil de dinero y de grandes beneficios indirectos, provoca que se incumplan derechos humanos a quienes buscan un trabajo en donde prosperar y poder ayudar a su familia y comunidad a conseguir una vida digna. A la par crea situaciones de desprecio a las personas naturales del territorio de acogida, entre otras, no facilitando información y difundiendo falsedades.
Si no se para la neocolonización en los países del continente africano, la emigración seguirá existiendo.
Se trata de acabar con un enjambre de compañías transnacionales,norteamericanas y europeas,incluidas las españolas, que con el pretexto de contribuir con sus inversiones al desarrollo de África, continuan la campaña secular de expoliación de los recursos. En definitiva hay que parar la expoliación de los recursos, acabar con las desigualdades económico-sociales y buscar la democratización de los regímenes políticos para superar la miseria, la pobreza y el hambre. Es el momento de empezar algo nuevo.
Se trata de desneocolonización o de inmigración.
Javier Marrero